Errores de base que debemos evitar en las novelas. Revisión del primer borrador.

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¿Recordáis la lista de cosas que os propusimos la semana pasada que buscaseis en vuestros borradores? Hoy vamos a comentar cada una de ellas, por qué debemos evitarlas y algunas propuestas para solucionarlas (y evitarlas).

Comportamientos que no cuadren con la personalidad de nuestros personajes, por muy bien que nos vengan para desarrollar la trama.

Con frecuencia nos ocurre que sabemos qué queremos que pase en la novela pero no encontramos el modo de desencadenarlo. Entonces aparece un personaje desprevenido y... ¡ya está! Lo obligamos a hacer lo que queremos. ¿Os suena? Un personaje tímido que de repente tiene un ataque de valentía sin venir a cuento, alguien que de pronto sabe mucho de matemáticas, cuando no se había dicho antes, dos personas que de pronto son muy amigas sin que se sepa muy bien por qué... En este primer borrador, debemos mirar con lupa este tipo de comportamientos y valorar de manera crítica la evolución de cada personaje para asegurarnos de que es coherente. Si encontramos algún fallo de este estilo, tendremos que replantearnos la actitud del personaje y valorar cuánto de vital es que haga lo que le hemos forzado a hacer. Si no es muy importante, podemos quitar el fragmento problemático; si necesitamos que lo haga para que la trama no se derrumbe, habrá que encontrar un motivo para el cambio de actitud del personaje. Por ejemplo, un ataque de valentía puede deberse a que alguien querido esté en peligro; un acercamiento, a algún interés oculto. Si es más el caso de una habilidad desconocida del personaje, podemos introducirlo en escenas anteriores como algo anecdótico, para que luego no nos pille de sorpresa.

Hechos irrelevantes para el desarrollo de la trama. Si la historia puede pasar sin ellos, están pidiendo tijeras.

Bastante sencillo, ¿no? Si la escena no sirve para ninguna de estas cosas, es mejor quitarla:
  • Desarrollar la trama
  • Desarrollar a un personaje
  • Presentar algo (un personaje, una habilidad, un escenario, una situación) que cumplirá alguno de los dos puntos anteriores más tarde.

Escenas que no sigan un orden lógico o estén desmotivadas, es decir, que salgan de la nada.

Es parecido a lo que comentamos anteriormente sobre los personajes de manera individual, pero esta vez tenemos a varios personajes implicados. Intentaremos aplicar las soluciones del primer punto para cada personaje. Si no es posible, habrá que reconsiderar esa escena y proponer otra más plausible que tendremos que reescribir.

Casualidades demasiado casuales.

El famoso Deus ex machina del que debemos huir a toda costa. Evidentemente, en obras de ficción, tenemos que provocar situaciones que no sean ideales (si lo fueran, si todo saliese siempre bien, no tendríamos conflicto), pero también debemos procurar que sean verosímiles. Es decir, si al malo se le rompe la espada mientras lucha con nuestro protagonista y lo encarcelan, es una casualidad, pero es válida; si se golpea a sí mismo y se mata él solo, hemos destrozado toda la trama. ¿Para qué toda la historia, si al final el malo se bastaba para derrotarse?

Personajes que no cumplan ningún papel claro dentro de la historia.

Nos encanta crear personajes, pero a veces se nos va de las manos. Tenemos siete cuando con cinco nos bastaría. Para detectar a estos infiltrados y mandarlos al cuaderno de notas para otra ocasión (no vamos a deshacernos de ellos tan impunemente, ¿no?), podemos trazar la evolución de cada personaje y ver cuántas acciones decisivas protagoniza. Si no tiene ninguna o las que tiene puede asumirlas otro personaje, es mejor quitarlo y repartir sus acciones entre otros.

Detalles innecesarios sobre personajes secundarios (historias personales que no vengan a cuento).

Esto también es propio de los que disfrutamos creando personajes: tendemos a darles profundidad a todos, aunque sean no ya secundarios, sino terciarios o de fondo. No es necesario. A no ser que nuestra intención artística sea otra, lo mejor es dividir a los personajes en tres grupos: principales, secundarios y los demás. Cada grupo será un poco más plano que el anterior (los principales los más redondos; los «demás», utillaje). Así no ensombreceremos a los protagonistas.

Hilos secundarios que no llegan a desarrollarse y, por lo tanto, crean unas expectativas que no se cumplen.

Seguro que todos habéis leído algún libro en el que un personaje secundario se propone un reto o aspira a algo y después se olvida de ello. Eso sólo sirve para frustrar las expectativas del lector y desvirtuar al personaje. Por lo tanto, usaremos las mismas tijeras que con los hechos irrelevantes para la trama que comentamos antes.

Monólogos interiores largos y flashbacks. (No están mal, pero veremos cómo mejorarlos más adelante).

En un primer borrador, están bien: nos ayudan a profundizar en nuestros personajes, pero ya estamos revisando y hay que hilar más fino. Cada vez que aparezcan un monólogo interior o un flashback, acordaos de aquella máxima de que «si puedes mostrarlo, no lo cuentes». Tratad de buscar una escena en la que se puedan transparentar los pensamientos o sensaciones del personaje (por ejemplo, si tiene miedo, en lugar de decirlo, podemos hacer que mire hacia todos lados antes de dormir o que se muestre muy susceptible) o en la que el personaje pueda hablar de esa historia o esos pensamientos, ya sea con otro personaje o escribiendo cartas o diarios, por ejemplo.

Diálogos insustanciales.

Tijeras. Si el diálogo no aporta nada a la trama ni al desarrollo de los personajes, ni sirve a ningún fin estético...

En el caso de novelas de ciencia-ficción y fantasía, magia o tecnología sin un funcionamiento claro.

Hay autores especialistas en explicar el mecanismo de sus sistemas de magia (Brandon Sanderson, Sapkowski...). No vamos a decir que haya que llegar hasta ese nivel (aunque sería muy deseable), pero al menos vamos a introducir alguna pequeña explicación para que no parezca nuestro temido Deus ex machina, ¿recordáis?

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La mente crítica. Desbrocemos nuestro borrador

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Si el otro día nos centramos en subrayar o anotar de alguna manera todas las cosas que nos gustaban de nuestros borradores, hoy se trata de lo contrario. Es la hora del crítico. ¿Y quién es el crítico? Todos lo conocemos. ¿No os suena esa sombra que llevamos muchas veces sobre el hombro mientras escribimos y nos susurra que estamos perdiendo el tiempo y que lo que escribimos no vale la pena? ¿Esa vocecita que nos dice que haríamos mejor poniéndonos a trabajar en lugar de escribir? Ése inoportuno personaje va a ser nuestro ayudante en esta fase de corrección, así que vamos a llamarlo y a dejarle que le eche un vistazo detallado a cada una de las palabras de nuestro borrador.
Hay gente que, para cambiar hacia esta perspectiva, utiliza algunos trucos, lo que se llama una escenificación; es decir, cambiar algo en su espacio de trabajo habitual (sentarse en otra silla, poner un fondo de pantalla distinto, una música diferente), sus instrumentos (un bolígrafo de otro color, un programa distinto) o algo de sí mismos (unas gafas, unos guantes, una camiseta, una forma de peinarse...). Lo importante es tener muy claro de qué se trata: dejar que el crítico diga todo lo que tenga que decir, sin pararse en buenismos. ¿Listos? Pues vamos a decirle a ese crítico qué es lo que debe buscar, porque habrá muchas cosas que llamen su atención, pero no todas nos interesan en este momento.
En esta primera fase vamos a centrarnos en la macroestructura de la historia y en la evolución de los personajes, es decir, en cómo respira la historia, el esqueleto. Incluso si planificasteis el texto al milímetro, conviene revisarlo, así que, manos a la obra. Nuestros objetivos van a ser:

  • Comportamientos que no cuadren con la personalidad de nuestros personajes, por muy bien que nos vengan para desarrollar la trama.
  • Hechos irrelevantes para el desarrollo de la trama. Si la historia puede pasar sin ellos, están pidiendo tijeras.
  • Escenas que no sigan un orden lógico o estén desmotivadas, es decir, que salgan de la nada.
  • Casualidades demasiado casuales.
  • Personajes que no cumplan ningún papel claro dentro de la historia.
  • Detalles innecesarios sobre personajes secundarios (historias personales que no vengan a cuento).
  • Hilos secundarios que no llegan a desarrollarse y, por lo tanto, crean unas expectativas que no se cumplen.
  • Monólogos interiores largos y flashbacks. (No están mal, pero veremos cómo mejorarlos más adelante).
  • Diálogos insustanciales.
  • En el caso de novelas de ciencia-ficción y fantasía, magia o tecnología sin un funcionamiento claro.
Tened en cuenta que lo que queremos, en este momento, es dejar cancha libre al crítico, no al corrector ni al escritor, así que vamos a limitarnos a señalar todas estas cosas; más tarde veremos qué hacer con ellas. Tomaos vuestro tiempo en esta fase y, sobre todo, no coartéis al crítico. Dejad que hable y que señale, que tache. La semana que viene veremos qué hacer con todos estos objetivos que hemos marcado para mejorar nuestra novela.

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Observar y decidir el rumbo. Preparemos la corrección.

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Después del parón navideño, toca volver a levantarse temprano, a la rutina, ¡y a nuestros teclados! Ya que el fin de año ha pasado y que la adrenalina nos ha abandonado un poco, vamos a poner los pies en el suelo, ver lo que tenemos y trazar un mapa de lo que vamos a hacer durante los próximos meses.
Si participasteis en NaNoWriMo, seguramente tengáis un borrador (ese que os recomendamos que dejarais en un cajón hasta enero, ¿recordáis?). Sacarlo ahora sería una buena idea. Imprimidlo, metedlo en vuestro libro electrónico, id leyéndolo en pantalla... Como os apañéis mejor. Por supuesto, si no tenéis un borrador de NaNoWriMo, también podéis desempolvar viejos cuadernos de relatos, escenas sueltas... Cualquier cosa que os pueda ayudar a haceros una idea de cómo es vuestra escritura.
Es posible que, cuando empecéis a leer, os deprimáis un poco: a todos nos pasa. De repente te das cuenta de que has escrito cosas que no son tan buenas como creías y que crees que no tienen remedio. No os preocupéis, no os rindáis. Seguid leyendo, porque también veréis algunas cosas que merecen la pena y que no querríais perder.
Al mismo tiempo que vayáis leyendo, id marcando sobre el texto las cosas útiles que vayáis encontrando (escenas, frases, personajes... Todo lo que os guste). Id apuntándolo todo en un cuaderno aparte (si tenéis uno de ideas, ese mismo os serviría) o en un documento en vuestro ordenador, con el sitio exacto donde podéis encontrarlo, como si fuera un inventario.
Al final, deberíais tener un compendio de personajes, historias, ideas, etc. listas para usar, dentro de sus historias o combinándolos de alguna otra forma. Sean muchas o pocas, esas notas son las que vamos a utilizar para ir aumentando y mejorando nuestro haber literario, así que no las perdáis de vista.
Entre los textos que habéis estado mirando, elegid alguno que os haya gustado especialmente o el borrador que os habéis propuesto terminar este año y armaos. Es hora de corregir. La semana que viene veremos algunas nociones básicas para empezar a desbrozar esos borradores con ayuda de nuestra mente crítica y de ese compendio de triunfos que hemos hecho con nuestros antiguos textos.

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Ocho ideas para no dejar de escribir estas vacaciones

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A todos nos gustan las vacaciones, sean cortas o largas, días sueltos o puentes (o acueductos, si hay suerte): visitas, compras, excursiones... En el fondo, lo que más nos gusta de las vacaciones es que no tenemos un horario fijo, sino que cada día es distinto, un descanso de la rutina, incluida la de escribir. Por mucho que nos lo propongamos, durante estas fiestas lo más probable es que no saquemos mucho tiempo para aporrear las teclas; sin embargo, eso no significa que tengamos que desesperarnos ni que renunciar a hacer alguna que otra actividad literaria. Ésto es precisamente lo que os traemos hoy:

Ocho ideas para mantener el contacto con la escritura estas vacaciones

Recolectar anécdotas e historias de familiares y amigos

En estas fiestas nos reunimos con nuestras familias y con compañeros de trabajo, amigos... Y hablamos. Mucho. En lugar de aguantar con cara de chupar limones las historietas de todos estos personajes, tratemos de escuchar con atención y anotar (lo más disimuladamente posible) todo lo que nos parezca gracioso o nos llame la atención. Abramos las orejas y dejemos entrar algo de realidad: puede sorprendernos y sernos útil cuando volvamos a escribir. También podemos apuntar cosas que pasen durante estas reuniones (la metedura de pata del suegro, los comentarios desafortunados, la cena quemada...), todo puede servirnos en el futuro, aunque parezcan nimiedades. Considerémoslo un pequeño período de Diógenes.

Escuchar a la gente por la calle y de compras

Salir a la calle o a los centros comerciales y observar a la gente, lo que busca y cómo se comporta, también puede ser muy divertido; además, en esta época se ven más niños con sus padres y seguro que podemos cazar más de una escena entrañable o graciosa.

Pasear por las tiendas y mercadillos

Aparte de observar a la gente, también podemos echar un vistazo a las tiendas, a los artículos. En estos días todas las tiendas están llenas, así que, por tímidos que seáis, podéis arriesgaros a entrar en tiendas en las que jamás se os hubiese ocurrido meteros. Observad lo que venden e imaginad a quién podríais regalárselo (o a quién no). Seguro que os surge más de una idea y puede que incluso solucionéis un regalo de última hora.

Anotar las cosas nuevas que hagamos y cómo las vivimos

Otra cosa que hacemos normalmente estos días es visitar sitios a los que no solemos ir: museos, ciudades, una cafetería especial, un restaurante... Todo es susceptible de anotarse. 

Hablar de nuestra actividad e implicar a la familia y a los amigos

También podemos aprovechar estas fechas benignas y de amabilidad general para hablar a la familia de nuestros nuevos proyectos literarios. Puede que se lo tomen a chufla o que hagan porras para ver cuánto nos duran las ganas, pero, incluso así, vale la pena, porque ya tendremos un motivo más para no desinflarnos a mitad de camino.

Escritura rápida

¿Os acordáis de todas esas cosas que hemos anotado? Podemos utilizarlas para soltar la mano y escribir escenas sueltas, pequeños relatos... Incluso podemos hacerlo en forma de diario. Cualquier rato suelto o de espera nos servirá para no perder muñeca.

Leer

Si no tenemos tranquilidad para escribir, sentémonos a leer un buen libro. También podemos aprovechar las visitas para tomar ideas para nuevas lecturas, intercambiar opiniones o, incluso, pedir prestados algunos libros.

Alejarnos un poco de los textos para volver con nuevos ojos

Fundamental. Las vacaciones son para descansar. Si nos lo planteamos así desde el principio evitaremos mucho estrés por no poder hacer las cosas que teníamos programadas. Relajémonos y, sin perder el contacto con las palabras, démosles un receso. Cuando las fiestas acaben y volvamos a la rutina, lo haremos despejados y con nuevos ojos.

¡Felices fiestas a todos!

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Balance de NaNoWriMo. Participantes y ganadores

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Lo primero que queremos hacer en esta entrada es disculparnos por haber tardado en publicar las traducciones de las cartas de NaNoWriMo. Debido a algunos problemas técnicos (en concreto, un acceso a internet seriamente limitado, de unas pocas horas a la semana) nos ha sido imposible mantener el ritmo y subirlas en menos de veinticuatro horas desde su recepción en la página oficial. Aun así, hemos intentado hacerlo lo mejor posible y esperamos que no os haya supuesto muchas molestias.
Dicho esto, vamos a abrir la caja de Pandora, que podréis encontrar debajo de estas palabras, con la etiqueta «Comentarios». Durante este mes habréis estado muy ocupados escribiendo y (esperamos) leyendo este blog y probablemente no os ha dado tiempo a mirar lo que habéis hecho en estos treinta días, así que ahora os invitamos a compartir con nosotros vuestros conteos de palabras, las sinopsis de vuestras novelas, algo curioso que os haya pasado... Lo que queráis. Por supuesto, también aceptamos comentarios, críticas o sugerencias que tengáis para los próximos NaNoWriMos o NaNoCamps: este sitio es vuestro y queremos que os sea útil, así que... ¡adelante! ¡Exprimid vuestros teclados un poco más!
Eso sí, antes (o después) queremos dejaros nuestra particular pep talk post-NaNoWriMo:
La mayoría de la gente que habla sobre NaNoWriMo (incluidos nosotros, en alguna ocasión) lo llama «competición». Efectivamente, NaNoWriMo es parecido a una carrera: tiene un principio (la palabra cero), un objetivo (las 50.000 palabras), premios, otros muchos escritores intentando conseguir lo mismo que tú... Y, sin embargo, no hay nada que se parezca menos a una competición que NaNoWriMo. ¿Cuántas competiciones conoces en las que pueda haber tantos ganadores como participantes? ¿Cuántas veces has competido junto a compañeros que te animan sinceramente, que te tienden la mano? ¿Cuántos grandes tenistas, corredores o ajedrecistas jalean por igual a todos los participantes? ¿Qué clase de competición te daría la oportunidad de empujar a tu compañero a continuar sabiendo que tú, aun así, tienes las mismas oportunidades de conseguirlo? Lo único a lo que podríamos llamar «competidor» en este mes han sido las palabras, las novelas a las que hemos tenido que dar forma, pero ni siquiera ellas eran enemigas, sino más bien un acicate que nos ha mantenido alerta, emocionados, frustrados y frenéticos durante todo el mes de noviembre. NaNoWriMo no es una competición, sino una gran fiesta, y como tal tenemos que entenderla. 
Puede que esta perspectiva no nos hubiese ayudado mucho al principio de noviembre, porque todos sabemos que es el espíritu de competición el que nos mueve en ese momento, el ánimo de probarnos; pero, ahora que todo ha terminado, tal vez sea la forma de la que debamos mirarlo. Hemos participado en una fiesta de treinta días, nada menos. Hemos invertido muchas horas poniendo negro sobre blanco en pantallas, cuadernos o servilletas. ¿Y qué hemos sacado? Algo más que una bolsa de chucherías o un cotillón, ya lo veréis: una novela, compañeros de fatigas, la sensación de que podemos proponernos escribir y encontrar tiempo para hacerlo; pero, sobre todo, hemos aprendido. Hayamos terminado nuestras historias o no, hayamos alcanzado el objetivo o no, todos hemos aprendido algo, aunque sea cómo no hacer las cosas: cómo no organizarnos, por qué no debemos guardar una sola copia de nuestros documentos, cómo no tenemos que planificar la novela o en quién no podemos confiar para que nos anime (sí, hablamos de esos familiares, amigos y vecinos que se ríen de nosotros cuando decimos que estamos escribiendo un libro).
Desde aquí queremos deciros que, hayáis llegado a donde hayáis llegado, si conocéis a alguien que estaba participando y lo animasteis o le preguntasteis por su proyecto, si habéis abusado del café y de la paciencia de vuestros familiares y amigos durante este mes, si alguna vez os habéis arrancado a hablar sobre vuestras historias indiscriminadamente, si os habéis sentado frente al papel o al teclado, aunque sea una sola vez, ya formáis parte de la familia WriMo. Estamos encantados de teneros con nosotros y os esperaremos cuando volváis como el turrón o si venís de visita en cualquier otro momento, porque nadie dijo que no se pudieran montar fiestas todos los días del año.
WriMos, familia, la fiesta debe continuar.
TdE 

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